Históricamente la pirotecnia ha acompañado las celebraciones más representativas en México y el mundo, sin embargo, recientemente los efectos ambientales, salud y en los animales de compañía, son cuestionados por una sociedad más responsable.
Por: Fernando Tapia-Aguirre
| Jueves 15 de septiembre, 2022, Ciudad de México.
| Tiempo de lectura: 5 min.

Los fuegos pirotécnicos combinan la ciencia y el arte, fueron inventados por los chinos en el siglo diez, y e México se han constituido como una tradición desde mediados del siglo diecinueve. Si bien es cierto que existen muchas localidades en las cuales la pirotecnia es una actividad económica fundamental, es necesario conocer lo riesgos que implica su uso y actuar de manera responsable, aunque esto implique desarraigarnos de esta tradición.
Riesgos en el medio ambiente
Cuando los famosos «cohetes» son quemados masivamente, emiten contaminantes que dañan la calidad del aire (mala de por sí, en las metrópolis) provocando efectos tóxicos en los espectadores y el ecosistema. Neutralizantes, oxidantes y aglomerantes se mezclan en la pirotecnia, además del perclorato de sodio que da propulsión al cohete, los metales pesados que aportan el color y los aerosoles que producen la detonación.
También son liberados gases de efecto invernadero como: ozono, dióxido de carbono y dióxido de nitrógeno que además de ser contribuyentes del cambio climático, al ser inhaladas y entrar directamente hasta el fondo pulmonar, provocan graves males respiratorios. Por su parte, el monóxido de carbono, puede causar malestar por envenenamiento, e incluso la muerte, mientras los metales impactan al sistema respiratorio.

En las aguas y los suelos cercanos a los sitios de quema ocurren graves aumentos de perclorato de sodio, asociados a problemas de la tiroides en humanos y daño a microorganismos y fauna acuática que se intoxica y fenece.
¿Y los animales?
En tiempos recientes, las personas han mostrado una mayor preocupación por el efecto de la pirotecnia en sus mascotas, no obstante, los efectos recaen en toda la flora y fauna aledaña a los sitios donde se utilizan. Por ejemplo, el ruido y las luces resultantes de los estallidos, perturba el estado natural los ecosistemas. Son fuente de estrés para la fauna, o de riesgo de incendio forestal.

Por ser los organismos más cercanos a la humana realidad, y ser partícipes importantes en los distintos tipos de sociedades, las mascotas ahora son objeto de preocupación durante las celebraciones que implican el uso de fuegos artificiales
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Es importante saber que en ellos, el impacto auditivo de las detonaciones es hasta 100 veces mayor que en los humanos. Un ejercicio de empatía, es necesario para tratar de entender el estrés por el que ellos atraviesan en esos momentos.
Éstos sonidos pueden causar alteraciones conductuales como agresividad, hiperactividad o lapsus de terror. En estas circunstancias se ha constatado que los animales pueden sufrir accidentes y lesiones al obedecer su instinto de escapar a como de lugar. Si bien no todos los animales reaccionan de la misma forma, ésto no debe ser motivo de excusa para no mostrar empatía para con los demás.

La empatía generalizada para con los más vulnerables: niños, ancianos, personas con males respiratorios, perros, gatos, pájaros y el medio ambiente, debe prevalecer por sobre la diversión desconsiderada, incluso si esto requiere desprendernos de ciertas actividades.