El Increíble Show del Hechicero y Lucifero (Fragmento)

Un ventrílocuo semiretirado y su títere discuten en defensa de su propio gremio. Todo ello a partir de Edgar Bergen y su marioneta, Charly McCarthy.

Por: Francisco Carrillo // @fran_alfaro02

| Lunes 22 de mayo, 2023, Ciudad de México.

| Tiempo de lectura: 8 min.

El ventrílocuo Edgar Bergen con su inseparable marioneta, Charly McCarthy. Fuente: Enciclopedia Británica.


Por primera vez en más de cuarenta años de carrera, no presentamos nuestro espectáculo por falta de aforo. Ni las huelgas de artistas, ni los movimientos estudiantiles, ni siquiera la inestabilidad política había colocado las horrorosas letras de madera negras, en mayúscula: CANCELADO. Con setenta y cinco boletos vendidos de los mil posibles, la administración del Teatro del Bosque nos sugirió (eufemismo para no decir que nos impuso), con actitud desdeñosa, que suspendamos la presentación y buena parte de la gira. Como es de suponerse, este hecho significa no únicamente el fracaso, sino también el fin de nuestro maravilloso oficio. El último clavo en el ataúd de mi eterno compañero de aventuras.

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Hasta hace unos años, “El Increíble Show del Hechicero y Lucifero” gozaba de cierto prestigio entre círculos de ventrílocuos de las grandes ciudades del país. Mi trama era muy simple: Yo, siendo el Gran Hechicero, lanzaba al público los clásicos trucos de magia y, justo cuando el asombro los dominaba, llegaba el turno de Lucifero. Con su maléfica sonrisa dibujada con labello y su moño retorcido, me delataba ante los presentes, revelando mis secretos mágicos y arruinando el truco, mientras ocasionaba el bullicio y la carcajada del respetable. Era la rutina perfecta. Décadas de ventaja sobre otros shows similares, como Breaking the Magicians’ Code. Se trataba, en pocas palabras, de una carta de amor al autosabotaje.


Claro que la rutina no fue totalmente de mi creación; como buen artista, reconozco mis influencias. La trama del ventrílocuo siendo molestado y humillado por su propio títere tiene años de existencia y un sinfín de representantes. Muchos de nosotros, sin embargo, le debemos mucho a uno de ellos: Edgar Bergen. El más grande ventrílocuo que jamás ha existido. Es debido a él y a su inseparable antagonista, Charly McCarthy, que muchos de nosotros nos hemos dedicado durante años y más años a este grandísimo arte. Pero hasta los más exitosos esconden manías turbias y los Bergen no se quedan atrás.


Querido público, debido a nuestro probable desempleo y al exceso de tiempo, Lucifero y yo les tenemos una gran noticia. Emprenderemos un último acto, contándoles la insana afición del ventrílocuo, el poder del títere y el sufrimiento de Candice, hija de Edgar Bergen y hermana menor de Charly McCarthy. ¿Listos? Pónganse cómodos, que el show está a punto de comenzar.

Un ventrílocuo en el siglo XX a punto de comenzar el show mientras se observa con su marioneta. Fuente: Shutterstock.

Libreto entre Lucifero y su amigo, el Hechicero
Capítulo final: McCarthy y Bergen


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Personajes:

  • El Hechicero, ventrílocuo.
  • Lucifero, marioneta.

Argumento: En el último gran acto de “El Increíble Show del Hechicero y Lucifero”, nuestros dos personajes discuten en torno a la historia de Charly McCarthy y su relación con los Bergen. Sí, discuten. No podían estar de acuerdo para siempre.

I

(Se abre el telón)

(Entra El Hechicero a escena, mientras saluda a todos los presentes. Después, se sienta en el banco que lo acompañaría en tantas aventuras).

(El Hechicero despierta a Lucifero, quien dormía una plácida siesta en su estuche de cuero y forrado de plástico reforzado).

El Hechicero: ¡Rápido, mi buen Lucifero! Que nuestro maravilloso público espera nuestra última gran aventura.

Lucifero: (Somnoliento) ¡Esos patanes! Si nuestra audiencia fuera asombrosa, esta no sería nuestra última conversación. ¡Imagina mi triste destino! Muerto por unos perfectos imbéciles..

El Hechicero: ¡Por favor, Lucy! No seas rencoroso. Ellos nos han dado tantas alegrías. Mira, no te enfades, mejor vamos a hablar de algo que te haga sentir feliz. ¿Qué tal si nos cuentas de algunos de tus amigos?

Lucifero: ¡Por cuál empiezo! A diferencia de ti, mago de cuarta, yo puedo presumir estar rodeado de la élite de seres de mi clase. Jamás olvidaré el día que tuve el gusto de compartir con el maravilloso Don Pánfilo. ¡Tantas y tantas horas de empatía entre nosotros! O cuando me quejaba con el Cuervo Rockefeller de tu incompetencia en el escenario, y me decía que por lo menos no estabas metido en politiquería como su compañero, un tal Moreno. ¡Sí! Hay tantos. ¡Ya sé, ya sé! Hablaré del gran maestro. Del Rey…

El Hechicero: ¡Bergen! Lo sé, era un excelente ventrílocuo…

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Lucifero: No seas ridículo. Edgar Bergen hubiera dormido en la calle, de no ser por su superior compañero, el admirable Charly McCarthy. ¿Recuerdas, Hechicero, cuando te llevé al Museo Smithsoniano a conocer al gran títere de América?

El Hechicero: (Ofendido) Yo recuerdo haberte llevado a ti… Pero sí, mi querido Lucifero, lo recuerdo bien. Ese infeliz títere que tanto daño le hizo al buen Edgar. Tiene su merecido; enclaustrado para siempre en una vitrina. ¡Todo el mundo riéndose de su risible monóculo y su perturbador peluquín…

Charly McCarthy en su vitrina del Museo Smithsoniano en Washington D.C., Estados Unidos. Fuente: Ventriloquist Central Blog.

Lucifero: (Golpeando al Hechicero) ¡Infame! Te pediré de la manera más atenta que la próxima vez que te refieras al Sr. McCarthy, al menos tengas la vergüenza de lavarte la boca. Charly no está enclaustrado, como afirmas. Se encuentra en un altar construido exclusivamente para él. En la cúspide de un museo humano. Con su traje diseñado a la medida por un sastre scouser. Con ese “risible” monóculo que vale más de lo que tú has ganado en los últimos diez años. ¡Farsante! ¿Sabes quién sí está enclaustrado para siempre? Tu coetáneo, Edgar Bergen, quien dormirá para siempre en una caja barata, en lo más profundo de Inglewood Park.

El Hechicero: (Aún sobándose por el golpe) Tranquilo, Lucy. No quería ofenderte de esa manera. Te ofrezco mis disculpas. Es verdad que ventrílocuo y títere formaron un equipo especial. ¿Por qué no le contamos más de esa relación a nuestro inseparable público?

(Lucifero se calma y se conforma con asentir)

(Se cierra el telón)…

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