¿El libro físico puede desaparecer? Nostalgia frente a la tecnología competitiva

Las plataformas digitales crecen exponencialmente, ¿será capaz de sobrevivir el libro físico?

Por: Eduardo Tobón // @eduardo_tlopez

| Jueves 4 de mayo, 2023, Ciudad de México.

| Tiempo de lectura: 5 min

La literatura ha acompañado al ser humano a lo largo de su historia. Fuente: Comunidad baratz

A lo largo del tiempo el desarrollo de la sociedad tal y como la conocemos ha sido posible gracias a la concentración y transmisión de los conocimientos adquiridos por cada uno de los integrantes de las sociedades y civilizaciones que nos precedieron, un conjunto de elementos significantes que le dieron sentido al mundo que habitabamos; el libro fue una especie de avance tecnológico que permitió conservar y ampliar la velocidad de transmisión de esa información.

La literatura ha acompañado al ser humano a lo largo de su historia, se ha transmutado y adaptado a las sociedades contemporáneas, dando luz a grandes pensadores, escritores y dramaturgos.

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El libro físico puede contener un universo en sí mismo, un conjunto de elementos que lo hacen distintivo y que al pasar del tiempo cuente una historia propia.

Los libros en papel son un oasis entre un amplio desarrollo tecnológico. Este formato resiste como un paréntesis de desconexión tecnológica e informacional. La lectura no es solo una actividad intelectual, sino también una experiencia física y sensorial, dotado de un aroma único. Es un objeto de valor, una pieza única e irrepetible, provisto de un carácter personal, reflejada en los cuidados para evitar su deterioro.

El paso de los años hace que surjan recuerdos y recordatorios en forma de separadores de hojas, marcas, entradas de cine, calendarios, hojas secas, frases subrayadas, dedicatorias …

El libro físico ofrece ventajas en comparación a su contra parte electrónica; en primer lugar nos permite una consulta ágil de su contenido. Podemos pasar las hojas con facilidad hacia adelante y hacia atrás, buscar con rapidez a partir del índice y conservar en la memoria el avance en el que encontramos información de interés,  la capacidad para ampliar y retener la información es mayor; no requiere un consumo de energía adicional, además tiene una duración media de vida muy larga y es un objeto que se puede conservar y consultar ilimitadamente.


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Imagen: sp.depositphotos.com

Sin embargo, todo depende de las necesidades del consumidor y lector, los libros electrónicos por su parte no ocupan espacio ni gran peso. Se pueden guardar y llevar una  gran cantidad de ejemplares, o los que se consideren los más importantes y necesarios. Los libros electrónicos son fáciles de conseguir en cualquier lugar y momento.

Ahora bien, hay pocas editoriales que tengan una estrategia con respecto al formato digital, que lo ven más como una demanda de mercado que como la apertura de un canal complementario. Ahora conviven diferentes formatos (papel, libros electrónicos, audiolibros), pero sé está lejos de una normalización digital.

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En palabras de Bernat Puigtobella, editor de Núvol: «Asistimos al auge de nuevos modelos de negocio: las plataformas de suscripción han tenido éxito en el ámbito internacional. Si el podcast o el audiolibro ya tiene plataformas de suscripción como Storytel o Audible, el libro tiene Scribd, con miles de suscriptores. El consumo de libros digitales en español vía plataformas de suscripción ha pasado del 5% en 2016 al 20% en 2022. Es decir, un 20% de lectores de libros electrónicos ya están en plataformas de suscripción. La llegada del blockchain y las criptomonedas también abren un nuevo escenario para el consumo digital».

Por su parte, el presidente de la Cámara del Libro de Cataluña Patrici Tixis menciona que estamos en un momento de aparente auge para el sector editorial. Los dos años que nos precedieron de pandemia han propiciado un cambio de hábitos. El libro ha vuelto al primer plano y ocupa de nuevo el lugar que le corresponde dentro del entretenimiento cultural. Es significativo que en 2020, año en el que las librerías estuvieron cerradas casi tres meses, el volumen de ventas fuera el mismo que en el año anterior. 

De acuerdo con Patrici, en 2021 se confirmó esta tendencia al alza, y se tuvo el mejor ejercicio en ventas desde 2008, con un crecimiento del 20%, sin contar los libros de texto. 

El consultor editorial Bernat Ruiz afirma que después de la pandemia los grandes grupos editoriales se han recuperado, pero los pequeños no lo tienen tan claro y han vivido reducciones importantes, esto es debido, según Bernat, a que el sector tiene un problema estructural, que es que el mercado hace tiempo no crece. Se respira un optimismo en el sector que no se sostiene con los datos. Los números de los años 2020 y 2021 no son indicadores fiables, porque las circunstancias tan excepcionales hacen que la imagen salga movida. Hay un dato preocupante: en el 2019, el último año “normal” que se vivió, el sector facturó lo mismo que en el año 1996.

«¿Por qué en 25 años —si restamos la inflación del 60%— el sector ha sido incapaz de crecer en facturación?», menciona Bernat Ruiz.


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¿Dónde está la falla?

De acuerdo a la opinión de Bernat, “En primer lugar, hay que mejorar la distribución, que hasta ahora ha funcionado por inundación, o sea, a base de colocar muchos títulos en las librerías con la esperanza de que devuelvan pocos. Se fabrican muchos ejemplares, pero los lectores no se fabrican. De hecho, el lector de ocio tiene un crecimiento del 0,5%. Las campañas de promoción de lectura no funcionan, porque leer no es un imperativo y la lectura se hace atractiva creando el hábito”.

Imagen: sp.depositphotos.com

La industria editorial tiene que incorporar en su esencia la consigna de vender antes de editar. Lo más probable es que en el futuro convivan el papel y el digital y que la comercialización de libros sea multicanal, tendiendo a los formatos híbridos. 

El ejercicio literario sigue copando el espacio que al día de hoy las plataformas de entretenimiento vía streaming no han ocupado, al final de cuentas la forma de adquirir y procesar la información que ofrece la lectura, son innegables y podría decirse que insustituibles.

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Al final de cuentas la literatura y la lectura por medio de formatos físicos nos lleva, no solo un sentimiento de un tiempo pasado, sino el reflejo de la importancia de las cosas tangibles en nuestras vidas. Nos recuerda que no todo debe ser eficiente, rápido y desechable. Que hay espacio para lo artesanal, lo individual y lo auténtico. Y que no todo lo que es nuevo es necesariamente mejor. En definitiva, aunque el mundo avance hacia la digitalización, no debemos olvidar la riqueza de lo físico y la satisfacción que nos produce lo palpable.

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