¿Es mejor comprar un pino natural o artificial?

El coste medioambiental de una de éstas dos opciones supera por mucho sus mínimos beneficios.

Por: Fernando Tapia-Aguirre // @fernando_tapia.a

| Viernes 19 de diciembre, 2022, Ciudad de México.

| Tiempo de lectura: 5 min.

El árbol de navidad es un elemento que no puede faltar en los festejos navideños.

Decorar con adornos navideños las frondosas ramas de un pino o abeto en nuestro hogar es un momento alrededor del cual gira la ilusión de millones de hogares. Acompañando estos eventos, cada vez son más las familias que se preguntan cómo pueden celebrar su Navidad sin aumentar la huella de carbono y dejar, por tanto, un fuerte impacto en el medio ambiente. 

El árbol de Navidad es uno de los símbolos más universales de fin de año y preserva el espíritu característico de estos meses. Las raíces de esta tradición se encuentran siglos atrás. Antes de la llegada del cristianismo a Europa ya existía un culto a un árbol adornado. Los nórdicos por ejemplo, le concedían un gran simbolismo relacionado con el árbol de Yggdrasil, cuyas ramas mantenían unidos los mundos, según su cosmovisión.

En la época moderna, por la problemática de la deforestación, los árboles de Navidad artificiales pueden parecer más cómodos y beneficiosos para el medio ambiente, pero en opinión de los ecologistas su coste medioambiental —que se mide en emisiones de gases de efecto invernadero y el espacio que ocupan en los vertederos de basurasupera por mucho sus mínimos beneficios.

Los árboles artificiales se fabrican a partir de un tipo de plástico denominado policloruro de vinilo (PVC), un derivado del petróleo que puede contener plomo y otras sustancias tóxicas. Además, 80 por ciento de estos árboles de plástico se fabrican en China, donde la mayor parte de la electricidad se genera a partir de la quema de carbón, una de las fuentes de combustible más contaminantes que existen. Después de fabricarlos, los árboles se embarcan a su destino, normalmente en naves con motores diesel, lo que genera aún más emisiones de gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global.

Los árboles artificiales generan una gran contaminación una vez desechados.

Aunque un árbol artificial puede reutilizarse, tiene una esperanza de vida corta. Una familia, en promedio, mantiene el mismo árbol artificial durante cinco o seis años y después acaba en un vertedero y sencillamente se queda ahí, porque no se biodegrada. Cabe recordar que los plásticos son una de las mayores fuentes contaminantes para el planeta. Incluso, es falso que los plásticos tarden en degradarse cientos de años pues simplemente éstos no se degradan; solamente se fragmentan en piezas cada vez más pequeñas.

En contraste, los árboles reales son completamente reciclables. Una vez desechados, sus componentes pueden ser utilizados en la elaboración de composta y otros materiales que son completamente biodegradables. Además, es importante mencionar que existen muchas organizaciones de producción sustentable de pinos de navidad, cuya siembra y tala se realizan de manera totalmente controlada, además de que realizan una importante labor de reforestación.

México es considerado uno de los centros de diversificación del género Pinus, conocidos comúnmente como pinos. Estos árboles cobran fama en la época decembrina, pero su valor se hace presente todos los días del año. Como todos los demás árboles, los pinos brindan distintos servicios ecosistémicos, además son una fuente de ingresos económicos y las zonas en donde se ubican son un lugar de esparcimiento para las familias. Existen más de 100 especies de pinos y alrededor de la mitad viven en México, la mayoría de las cuales son endémicos —sólo crecen en este país—.

La compra de pinos naturales disminuye nuestro impacto ecológico.

La mayoría de los árboles que se comercializan en épocas navideñas no son pinos, sino otro tipo de coníferas conocidas como abetos, los cuales crecen en zonas más restringidas y en climas templados-fríos. Uno que sí es pino y se siembra en el sur de la Ciudad de México es el pino ayacahuite o pino vikingo, el cual es endémico del centro del país.

Los productores de árboles de Navidad en México eligen distintas especies de árboles para sus plantaciones, dependiendo del tipo de territorio, a veces de la apariencia y, por ende, la aceptación de los clientes o incluso del aroma que expiden.

Existen varias zonas productoras de pinos navideños en los alrededores de Ciudad de México.

Las especies comerciales más comunes son el Pino blanco o pino vikingo (Pinus ayacahuite), Pinabete (Pseudotsuga), Pino prieto (Pinus greggii), Pino piñonero (Pinus cembroid), entre otras. Estas plantaciones se encuentran principalmente en el Estado de México, Guanajuato, Puebla, Michoacán, Veracruz, Tlaxcala, Ciudad de México y otros estados de la república.

En conclusión, elegir un árbol natural contribuye con la economía de las comunidades y es mucho mejor para el cuidado del medio ambiente.

Fuentes

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