“¿No crees que es un sueño al que merece la pena entregar la vida?»

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Navidad en cada mes del año

para reunir más de una vez a nuestros seres queridos.

La abuela dejó su enojo,

la carga de su cruz con todo y clavos.

No existen adornos ni árbol navideño,

menos promesas esperando el fin de la temporada.

Nos alegramos por lo que no fue

y también por lo que logramos,

porque vencer un día de depresión (y no quién compró coche)

será el mayor logro del que se hable en la cena.

Un mundo sin hambre, ni abandono

una necesidad que se teje con las manos amorosas de nuestra gente.

Todo cobra sentido,

no venimos del dolor de alguien

somos el sol de su amor

su ternura a cántaros.

Fuimos alimentados de su curiosidad, formados en la curva de su corazón

donde conocimos su lenguaje.

Hoy hasta el más pequeño de nuestros huesos lo entiende;

al mundo déjenlo de cabeza, mirando de frente a la eternidad.