«Navegan las buscadoras, con la esperanza en la mano, de volverles a ver.»
Por: Esperanza Cativo.
| Miércoles 13 de julio, 2022, Ciudad de México.
| Tiempo de lectura: 1 min.


Ranchos áridos
impávidos
el silencio atraviesa
apenas el silbido del viento
inmutable la tierra
que esconde los tesoros,
que se ve rasgada por sus picos y palas
y sus pisadas esperanzadas
Con tacones o tenis
agarradas de los palos, de las manos
de la certeza
El tiempo impoluto
en un dogma
que se pausa
con el calor del desierto
Anónimos con las pistas
ellas unidas,
cercan el pedazo de suelo
El abrazo contiguo de resistencia
cansa
se enerva
con el dolor
presente ante la impunidad
Ellas entrelazadas
mientras gotas aperladas
se deslizan por su rostro
en las manos aprietan
las brazas de la razón
no renuncian
después volverán
El crepúsculo y un vestigio de luz
atestiguan su danza
las olas del mar
golpean sus huellas
que perpetúan en su universo
donde cada estallido de estrella
es una carcajada
que amortigua la pena
Ellas viven, se enamoran, aman
desde el espacio que las ve partir,
al campo donde los rosales
se tambalean
ante una posibilidad
que las espera