Miguel de Molina: un caso de discriminación

Miguel de Molina, uno de los principales representantes de la copla española, soportó  la discriminación y persecución de una España franquista, su condición homosexual fue la razón de su destierro y penuria.

Por: Miguel Mariscal.

| Miércoles 22 de junio, 2022, Guadalajara, Jalisco.

| Tiempo de lectura: 6 min.

«A todos nos han cantado, en una noche de juerga, coplas que nos han matado…» , Fragmento de Manuel Machado.

Miguel Frías Montañez, mejor conocido como Miguel de Molina, nació en 1908 en Málaga, España, considerado como uno de los principales representantes de la copla española. Así describe al país que le vio nacer: “Vengo yo al mundo mientras en España reina Alfonso XIII y en Andalucía en particular, reinan la pobreza, el hambre, los terratenientes, gran parte del clero, la ignorancia y la superstición…Un caldo de cultivo para la guerra civil que llegaría con el tiempo”.

Su vida osciló entre la buena ventura y la desventura ¿Pero qué sucedió, y por qué tal aseveración? Como a todo suceso, le antecede un conjunto de circunstancias que llegan a un punto de madurez y desenlace, y esto acontece a cada hombre que pisa este planeta en cualquier país y cultura. Para el bailarín y cantante malagueño, el franquismo determinó de manera dramática su estancia en el país.

Miguel de Molina.

En un medio artístico dominado principalmente por cantantes femeninas, entre las que destacaban: María Conesa, Teresita Calvo, la Bella Chelito, Olga María Ramos, Conchita Piquer y otras más; de Molina, impactado desde muy joven al ver actuar a la cupletista Salud Ruiz, tuvo la certeza de dedicarse al canto como al teatro.


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La copla es un género musical de arraigo español que identificó y contextualizó toda una época. Tomada como emblema, como símbolo de identidad, principalmente por aquellos exiliados durante la dictadura. La copla surgió del canto popular, como una salida de sobrevivencia a las penurias que atravesaba un pueblo.

Ella habla en un canto de tres minutos de la guerra, el hambre, pero sobre todo, del amor y el sufrimiento. Marginal, pero rebelde, picaresco, pero de protesta, Machado diría:

“Hasta que el pueblo las canta/ las coplas, coplas no son/ y cuando las canta el pueblo/ ya nadie sabe el autor”. 

El cantante acogió dicho género a partir de 1929, del espectáculo de Pascual Guillen y Antonio Quintero. Con esos ritmos engalanados a la moda andaluza, precisamente bajo la influencia de Antonia Mercé, “La argentina”; creadora de una escuela de baile flamenco, famosa por sus exóticas danzas, además de virtuosa en el uso de las castañuelas. De dicha danza española, Alejandro Dumas dice: “Las danzas españolas son poemas completos, interpretados, no sólo con los pies sino también con los ojos, con las manos y con todo el cuerpo”.

Uno de sus grandes momentos de éxito los logró en colaboración con Amalia de Isaura, actriz y cupletista, famosa por sus actuaciones de canto con tintes humorísticos; al lado también de Concha Piquer, era la crém de la crém del folklore del momento.

El intérprete de Ojos verdes, La bien pagá y Triniá, recuerda con escalofríos aquella noche de 1936 al salir de su debut en el teatro Ruzafa de Valencia. En un café, se encuentra a García Lorca, quien lo saludó afectuosamente felicitándolo por su éxito. Molina recuerda: “Al despedirnos no podía sospechar el trágico final que le aguardaba; sin saberlo, era el último adiós”.

En efecto, la represión por los sublevados contra la República no se hizo esperar. La llegada de Franco al «nuevo gobierno» iniciado en 1939, fue toda una serie de penurias que acabaron silenciando, intimidando y desapareciendo a toda vanguardia artística. Cuanto más que el intérprete y Amalia de Isaura habían tenido nexos —o por lo menos simpatía— con la causa republicana, actuando gratuitamente y muchas veces para el Socorro Rojo, la Asistencia Social, la Aviación Republicana y para la Comisión de Ayuda de Evacuados y Combatientes.

Después de levantarse como pudo del suelo, brutalmente golpeado, sin varios de sus dientes, amoratado y con escasos cabellos por los tirones; casi muerto ante la golpiza que le propinaron los de la guardia franquista, Miguel de Molina confirmó la amenaza: “Por rojo y maricón”. Entendió además, la misma circunstancia —pero con menos suerte— que sufrió su admirado y amigo Federico García Lorca, poeta y dramaturgo.


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Cartel del teatro Español, abril de 1934.

Esa noche de noviembre de 1939, tras finalizar su función en el teatro Pavón de Madrid, empezó su peregrinar.

Ese nuevo gobierno no estaba preparado, y mucho menos cabía en él, la posibilidad de aceptar a un hombre abiertamente libre en su forma de actuar y de pensar, cuanto más por su condición de homosexual. Esta antesala fue el fin de su periodo artístico en España.

***

1942 fue el año del adiós. ¿Su peregrinar?, Argentina. Pero sólo un año de trabajo artístico realizado con éxito en el Cono Sur. Muchos aseguran que la inestabilidad política de Argentina, aunado a su supuesta “inmoralidad” fueron los principales detonadores de su salida. Para otros fue una consigna desde España por un funcionario del gobierno de Franco. La alternativa fue el regreso a España, a esa España hostil que por más que quiso pasar desapercibido, no lo consiguió. Tres años más y de nuevo salir del país.

Se embarcó para México, previa estancia de un mes en Portugal. Sin saberlo, le espera otro padecimiento en el país que acogió a un gran número de migrantes españoles por la guerra civil. El andaluz recuerda:

“México fue un amor a primera vista. Todo me sonreía. Rápidamente me hice amigo de celebridades como Pedro Vargas, María Félix y Elvira Ríos, y tuve oportunidad de relacionarme con Manolete, que estaba toreando allí. Para colmo debuté en >>El patio<<, un lugar mítico del Distrito Federal, y con un éxito de locura. Mis >>Caballos de batalla, Ojos Verdes y La Bien Pagá<< hicieron que el público me ovacionara de pie” comentó Molina.

Pero vuelven los problemas. Fue tanto el éxito que los empresarios le ofrecieron actuar en el Teatro-Cine Esperanza Iris, manzana de la discordia entre dos grupos sindicales, uno de actores, presidido por Jorge Negrete y Mario Moreno «Cantinflas«; y el otro por los técnicos del cine. Algunos enviados avisaron a Molina que debía someterse a las leyes que marcaba Negrete, pero él se negó. A partir de ahí le intentan “reventar” algunos espectáculos; colocando petardos en sus presentaciones e incluso una actuación es interrumpida con grandes gritos, ni más ni menos que por Mario Moreno. Versiones apuntaron a que fue por su condición de homosexual, como vemos, los actores mexicanos aplicando su regla moralina.

El periódico Prensa Gráfica publica en marzo de 1946 un desplegado desprestigiando al artista español, sobre querer pisotear los derechos laborales de los artistas mexicanos, además de calificarlo de “farsante bailarín, con un espectáculo hibrido”, conminando a los sindicalistas a no caer en la complicidad.

Una llamada de la Argentina Eva Perón, le resuelve la vida. Firma contratos con infinidad de empresarios, y fue así que el “Faraón de la copla” duró catorce años actuando con éxito, hasta cumplir los 60 años cuando decidió retirarse.


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Para 1989 el cineasta español Jaime Chávarri, dirige la cinta «Las cosas del querer«, interpretada magistralmente por los actores Manuel Bandera, interpretando a Miguel de Molina; y Ángela Molina en el papel de Amalia de Isaura. Digamos una biografía no autorizada del cupletista. Aunque todavía alcanzó a verla, no estuvo tan de acuerdo en ella. Sin embargo, plasma la vida y penurias del cantante Andaluz.

Cerca de los 84 años, el gobierno español reivindicó su nombre, y en 1992 lo nombró caballero de la Orden de Isabel la católica, reconociendo su contribución personal al mundo del arte en España.

52 años tardó España en reconocer que había arruinado la vida de un hombre talentoso, que su único pecado era querer desarrollar su talento, muy a su manera y condición, y que por prejuicios de políticos y gente obtusa se le abandonó a un largo peregrinar; sin demeritar, claro, a la Argentina que lo cobijó. Pocos meses después cerca de los 85 años la muerte le sorprendió.

Honor a quien lo merece. Miguel de Molina no es solamente el cantante de la copla española; es en sí, todos los perseguidos por un régimen intolerante, es aquellos que lucharon por sus ideales, su libre pensamiento, su escritura, su arte, sus poemas y el valor de sus preferencias y convicciones muy personales.

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