Composición de poesía narrativa: » Nosotros, pobres mortales de almas minúsculas los observamos sin mucha importancia cuando los meses del calendario siguen fríos, otoñales y lluviosos».
Por: Alejo Tomas Ambrini
| Lunes 18 abril, 2022,Ciudad de México.
| Tiempo de lectura: 2 min.

Amo los árboles de limoneros, pero quizás mi amor no es como en una telenovela ni nada por el estilo. Me gustan, hasta diría que me fascinan, si quizás la palabra correcta es esa.
Los veo en todos lados, detrás de alambrados llenos de pinches oxidados, ligustrinas mal cortadas y bien cortadas, en medio de las calles de los barrios, buscando aire y desarmando sus hojas en los techos más altos.
Los veo de colores amarillos que llenan de gracia las calles, que inundan de energías el aire que respiramos. Y ellos, ahí están, como sacándonos la lengua, como mirándonos en todos lados. Su color amarillo de tan perfecto, asusta.
Buscan aire, buscan que los miren. Se camuflan en campos, en barrios humildes, en casas con piletas, pero siempre están, redondos, de un color exultante, caídos, fulgurantes.
Nosotros, pobres mortales de almas minúsculas los observamos sin mucha importancia cuando los meses del calendario siguen fríos, otoñales y lluviosos, pero ellos siguen así alegrando con sus colores nuestra vida de problemas, cansancio y aburrimiento porque los limoneros no se aburren, ni sienten cansancio ni mucho menos tienen problemas, ellos brotan en cualquier lugar a la espera de que pobres personas que como yo nos sorprendamos al encontrarnos, nosotros con nuestros problemas y ellos con su juventud, con su color amarillo inquebrantable, sus hojas verdes cómplices y su oda a la vida.
Para Vivi.