¿Nuestro cerebro es violento? una mirada hacia su interior

La violencia es un problema social que ha sido estudiado por diversas disciplinas, pero qué opina la ciencia sobre este fenómeno ¿Todo ser vivo tiende a la violencia? ¿Qué sucede en el cerebro que nos hace actuar de esa manera? Si te has hecho alguna de estas preguntas quédate para saber más.

Por: Isaac Chavez

| Miércoles 23 de marzo, 2022, Ciudad de México

| Tiempo de lectura: 3 min

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¿Ser violento es lo mismo a ser agresivo?

La violencia, así como los derechos, son conceptos utilizados exclusivamente por humanos, pues nosotros somos los únicos seres vivos que llegamos a ser violentos. Tal vez te preguntes, ¿Acaso los demás animales no son violentos? La respuesta concreta es no. Ellos, al igual que nosotros, son agresivos y, aunque pareciera que violencia y agresión son sinónimos porque comparten algunas similitudes, la verdad es que son conceptos que se utilizan para situaciones diferentes. Analicemos cuáles son dichas diferencias:

La agresión es el intento de infligir un estímulo desagradable o nocivo hacia otro, con el único fin de la supervivencia. Esta conducta aparece cuando el individuo o miembros de su especie están en peligro, sin embargo, cuando éste desaparece, así también lo hace la conducta agresiva.

La violencia es una conducta agresiva, pero con la diferencia de que ésta es con toda la intención de dañar a otro ser vivo. Estas conductas tienen orígenes psicológicos, neurobiológicos o patológicos, ya que la violencia, a diferencia de la agresión, no es un mecanismo de defensa nato de ninguna especie.

Recordemos que, aunque la violencia es un problema social que nos atañe a todos, en este artículo será abordado desde un punto de vista científico, por lo que, las categorías sociales dadas a la violencia no serán mencionadas; sin embargo, aún en la ciencia, la violencia tiene dos categorizaciones diferentes: una, de manera impulsiva; y la otra, de manera predatoria ¿A que te suenan estas dos categorías?

Existen dos tipos de violencia

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Hablemos primero de la violencia impulsiva, esta es una respuesta repentina sin planeación y exagerada ante un estímulo menor. Aquí, las emociones son tan fuertes en la persona que al momento de sentir una perturbación en su estado anímico, actúa por impulso de forma violenta.

La violencia predatoria es una agresión premeditada, deliberadamente planeada y ejecutada con total conciencia de lo que se hará. Aquí, el origen de tal conducta predatoria no tiene que ver con perturbaciones emocionales ni es de forma impulsiva.

Así, podemos llegar a identificar qué tipo de violencia encaja con cada problema social existente. Los asesinos seriales, la narco – violencia, las guerras y algunos casos de homicidio, pertenecen al tipo de violencia predatoria. Aquellos que tienen problemas emocionales, trastornos de la personalidad y/o mentales y traumatismos cerebrales, llegan a ejercer la violencia impulsiva.

Neurobiología de la violencia.

En nuestro cerebro tenemos conexiones y sistemas definidos que tienen como principal función un aspecto de nosotros, desde nuestros sentidos hasta nuestras emociones. En el caso de las emociones, nuestro cerebro cuenta con un Sistema que las regula, este es el Sistema Límbico, este interacciona con la corteza cerebral, la cual se encuentra en el lóbulo frontal y se encarga del razonamiento y la reflexión. Cabe destacar que este lóbulo es más pequeño en otro tipo de mamíferos y es nulo en animales como peces y reptiles. Pero ¿Qué tiene que ver el Sistema Límbico con la violencia?

En cuanto a la violencia impulsiva, una posible alteración en el Sistema Límbico desencadenaría la sobre estimulación emocional, lo que causaría que un individuo actúe de manera violenta ante ciertos estímulos. Cabe destacar que, las emociones a lo largo de la historia han caído en la romantización de pureza y sensibilidad armoniosa, pero eso sólo es una cara más de las emociones, ya que también causan sensaciones desagradables como la ira, el miedo, asco o tristeza; las cuales, en su forma mas primitiva, llegan a desencadenar conductas violentas.

Por otro lado, con la violencia predatoria que, si recordamos, es una violencia planeada fríamente, pasa algo diferente, pues en el momento en que una persona empieza a tener estas conductas, las áreas que regulan el razonamiento y la reflexión (lóbulo frontal) se hacen con actividad casi nula, como si fuese, precisamente, un pez o un reptil, por lo que no hay un “freno” en los impulsos emocionales ocasionados por el Sistema Límbico. Así, en la violencia predatoria sólo se actúa como un animal de otra especie, dándole rienda suelta a la agresión que, combinada con el nivel cognitivo de planeación y conciencia, se convierte en violencia.

Desde un punto de vista científico, la violencia es una falla en el funcionamiento normal del cerebro, dichas fallas pueden ser dadas por cuestiones genéticas, lesiones neuronales, trastornos mentales o de la personalidad e ingesta de sustancias psicoactivas como el alcohol o las drogas en general.

Las conductas agresivas son naturales en los seres vivos, pues funcionan como un mecanismo de defensa ante cualquier peligro, sin embargo, dejan de ser naturales cuando estas conductas se presentan de manera impulsiva sin ningún tipo de peligro alrededor.

La violencia, aunque es un fenómeno socialmente común, no es un comportamiento normal en un ser humano. Lamentablemente, en México (y no dudo que también en otros países) la violencia está tan normalizada, que no sólo la vemos y la vivimos, sino que también podemos sentarnos cómodamente en nuestro sofá a ver una narco-series para entretenernos de nuestras labores del día a día. La violencia no es normal, ni mucho menos aceptable.

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