Las épocas navideñas, despiertan un gran entusiasmo en los mexicanos, pero muy poco sabemos de cómo se instauró esta tradición en México y terminó amalgamándose como una tradición icónica de la cultura nacional
Por: Mario D. Kuma / Fotografía principal: Abigail Medina @_magnolia_lm
| Ciudad de México, lunes 13 de diciembre, 2021
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Es un hecho innegable que, sin importar la religión que se profese o la inclinación espiritual, un gran groso de la población mexicana fue criado bajo preceptos cristianos y aún después de cambiar de ideología o creencias, seguimos esperando la llegada de dicembre por lo conllevan estas celebraciones; verbenas populares y a gran variedad culinaria que existe en ellas, fiestas con temáticas de posada, reuniones familiares, beber ponche caliente en temporadas de fríos o simplemente el entusiasmo de celebrar el fin del año, la llegada del aguinaldo y la emoción de adornar las casas con luces de colores.
Sea cual sea el motivo, las épocas navideñas, despiertan un gran entusiasmo en los y las mexicanas, pero, muy poco sabemos de como se instauró esta tradición en México y termino amalgamándose como una tradición icónica de la cultura nacional, algunos historiadores y estudiosos de la antropología social y étnica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH ) y algunos textos como los son las cartas de los frailes y las cartas de relación de Cortés, nos dan fe de ello y además nos dan una visión de lo que se celebraba antes, en vez del natalicio de Cristo.
Previo a la llegada del imperio español y como era de esperarse, en México, no existia la celebración de navidad, no fue sino hasta la colonización y evangelización que, la celebración del nacimiento de Jesús de Nazaret se instauró en el continente americano. Sin embargo, hubo un factor que benefició su rápido arraigo: su coincidencia con el panquetzaliztli, la fiesta de Huitzilopochtli.

Sabemos que muchas de las costumbres y tradiciones de nuestros antepasados eran consideradas muy sanguinarias, tanto que por medio de la evangelización, los españoles lograron erradicar la mayoría de ellas, dejando a un lado a los Dioses prehispánicos. Eso fue lo que paso con la celebración del nacimiento de Huitzilopochtli, una de las tradiciones más importantes en el mes Panquetzaliztli (celebrada en el equivalente cronológico al mes de Diciembre).
¿De que trata el panquetzaliztli?
Para empezar, la similitud con los festejos de las fiestas decembrinas es muy particular, duraban 20 días, durante los cuales todo el pueblo mexica participaba.
El festejo se realizaba con motivo de simbolizar el nacimiento de Huitzilopochtli en el día 18, las «hijas» de Huitzilopochtli (quienes vivían en el templo durante un año de antes de casarse) formaban una imagen del Dios con una mezcla (tzoalli) que consistía en harina de amaranto, miel de maguey y maíz tostado, esta figura una vez terminada era presentada al pueblo, y era llevada a la capilla del templo, donde seria bendecida junto con los 400 «huesos y carne» hechos de tzoalli (tamales prehispanicos hechos de nixtamal de maíz), que representaban a los 400 hermanos de Huitzilopochtli que mató al nacer.

En el día 20, todo el pueblo realizaba ayuno y solo podía comer pan de tzoalli sin beber agua hasta la puesta del sol. Una imagen de Painal (mensajero de Huitzilopochtli) también echa con tzoalli era llevada al juego de pelota donde eran sacrificados dos esclavos y dos prisioneros, y continuaba la procesión en un recorrido de 8 estaciones, en cada una había sacrificios y ofrendas.
Dos soldados llevaban unas estafetas hasta el patio de Huitzilopochtli, un sacerdote les cortaba una ojera y las aventaba a la figura de Tzoalli, ellos recibían a cambio una parte de la imagen de Huitzilopochtli para poder compartirla con su familia y gente de su barrio.
Para terminar los festejos, se llevaban a cabo varios sacrificios más, donde el gobernante se comía el corazón de uno de los sacrificados, la sangre de los sacrificados era rociada sobre la imagen de Huitzilopochtli para finalmente repartir la figura entre los teocuaque (los que han comido al Dios), y otras personas importantes, mientras que los 400 «huesos y carne» se repartían al pueblo.

Para lograr transmitir las enseñanzas católicas, los frailes buscaron los puntos de coincidencia entre la religión prehispánica y la cristiana. Por ejemplo, observaron que los indígenas celebraban el nacimiento del dios Huitzilopochtli durante el solsticio de invierno. La costumbre de los mexicas era invitar a sus allegados a sus casas para disfrutar de alimentos acompañados de seres queridos; algo que a la fecha prevalece como tradición en las familias sin importar la religión profesada.
El contacto de los indígenas con el cristianismo no fue un proyecto sino hasta 1523, cuando Fray Pedro de Gante y los 12 franciscanos llegaron a México para iniciar el proceso de evangelización. Asimismo, la primera navidad registrada ocurrió tan sólo cinco años después, en 1528. El testimonio del evento es una carta enviada por Fray Pedro de Gante a Felipe II, donde narraba cómo festejaron en compañía de los indígenas conversos.
Para aquella ocasión, según Pedro de Gante, llegaron invitados de hasta 20 leguas (100 kilómetros) de lejanía de México-Tenochtitlán. “Vinieron tantos que no cabían en el patio”, resalta el religioso en su texto. En el momento de la Nochebuena, el franciscano cuenta que españoles e indígenas “cantaron la mesma noche de Natividad a los ángeles”.

Como dato curioso, se podría decir, que la primera Navidad se celebró en 1519, año en que Hernán Cortés llegó al hoy territorio mexicano. En dicha expedición, Cortés venía acompañado del sacerdote mercedario Bartolomé de Olmedo, quien era el encargado de oficiar las misas entre los soldados y realizó las primeras labores de evangelización entre los indígenas de forma mesurada. En consecuencia, se puede suponer que la primera Navidad mexicana sucedió en los campamentos militares.
Finalmente, se desarrolló todo tipo de estrategias «pedagógicas» para enseñar las máximas religiosas. En las tilmas se pintaban imágenes religiosas, mismas que los indígenas portaban. Durante las fechas decembrinas, se montaron obras de teatro sobre el nacimiento de Cristo, las cuales se transformaron en las pastorelas.
Para amenizar las fiestas y transmitir enseñanzas morales, se implementó la piñata (por aquello de los picos y la representación iconografica de los pecados capitales) y las posadas. Como los indígenas tenían muy presente el trabajo escultórico, los frailes inventaron los nacimientos, con el objetivo de que los indígenas comprendieran en su propio lenguaje las enseñanzas evangélicas y pudieran apropiárselas. Fue así, como entre los tenochas la fiesta de Huitzilopochtli fue poco a poco abandonada.

El lugar oficial de la primera celebración fue la Capilla de San José de los Naturales (como los religiosos se referían a los indigenas), la cual se encontraba en el hoy llamado Templo de San Francisco, ubicado en el cruce de Madero y Eje Central en el Centro Histórico de la Ciudad de México. De la Capilla de San josé y del Panquetzaliztli, no quedan restos, solo la historia de que en algun momento de ella, ambos existieron y prevalece el testimonio, de como una cultura, es capaz de aplastar y sublevar a otra, reduciendola a un triste relato escrito.
“Se trató de un proceso pedagógico: preparó obras de teatro, los niños de la natigua nobleza se disfrazaban de ángeles, tradujo y compuso himnos religiosos, instruyó a los pobladores a usar imágenes cristianas en sus ropas originales” Carlos Fernando López de la Torre.