Mito y Muerte interpretaciones del más allá.

En este artículo reflexionaremos en torno a los mitos que hablan de la muerte. Esto debido a que antes de una explicación científica, la muerte tuvo una representación mitológica: desde el Hades griego hasta el infierno cristiano, todas son maneras de pensar la muerte.


Por : Jorge F. Quiroz

Miércoles 10 de noviembre, 2021, Ciudad de México


La muerte es algo tan humano, que incluso se ha llegado a pensar, como lo hizo Heidegger, que el único ente que verdaderamente muere es el hombre. Lo cual es cierto, no porque en la cuestión biológica la muerte humana sea diferente a la de otras especies, sino porque la muerte en el ser humano tiene una experiencia misma, una experiencia religiosa y emocional. Y como todo contenido humano, ésta experiencia ha sido inmortalizada en las visiones mitológicas de las civilizaciones.

En el mundo anterior a los helénicos, existían formas muy específicas de asumir la muerte, como en la India, dónde se cree que el alma no muere sólo pasa a otro estado astral, dejando a un lado el cuerpo como un cascaron. Así mismo, los rituales y la liturgia son esenciales para que el alma pueda pasar a otra dimensión astral, por lo que el tratamiento fúnebre es sumamente especial en la cultura hindú y cuyas raíces son milenarias; caso que ocurrió con las culturas persas y mesopotámicas.

El juicio de París – Pedro Pablo Rubens

Sin embargo, en occidente la cuestión de la muerte fue evolucionando de forma particular. El respeto a los muertos era el mismo, pero los rituales eran diferentes y sobre todo la cosmovisión de los pueblos mediterráneos. Así mismo, muchas de las tradiciones, rituales y ritos helénicos fueron influenciados por su literatura, con Homero y Hesíodo, alcanzando un estatus casi bíblico para los antiguos aqueos.

En la Ilíada, el contexto de la guerra da un trasfondo acerca de la existencia y la muerte de los héroes. Tal caso como el de Aquiles, cuya encrucijada es precisamente vivir una vida común, pero feliz. O una breve llena de gloria y su recuerdo póstumo para toda la humanidad. También, constituye una premonición importante: la guerra trae la muerte y para los héroes su lugar final es el sepulcro. Así mismo, en la Odisea la temática de la muerte se vuelve a tomar, pero ahora siendo el héroe quien tiene que descender al Hades para encontrar su designio sagrado.

Tanto en la épica homérica, como en la tragedia clásica el ritual de entierro es de suma importancia religiosa. Los muertos en la guerra que no son enterrados o debidamente sepultados vagan como almas penitentes, hasta que se cumpla la liturgia. Inclusive, como vemos en Antígona, la disputa se genera a partir de que el Estado le prohíbe a nuestra protagonista rendirle debida sepultura a su hermano que es considerado un traidor. Pero como se puede apreciar, el derecho litúrgico es más bien sagrado.

Todo esto perduró en la época clásica Griega y la mistificación de la muerte no pudo ser evadida por los filósofos aqueos. Claro ejemplo de esto es la muerte de Sócrates. Se ha debatido mucho si es que Sócrates fue real o no, lo cual es trillado, ya que es precisamente este acontecimiento el que ha hecho de la figura del maestro de Platón casi divina. Sócrates elige la muerte, acusado democráticamente de atentar contra la ciudad y los dioses, pero sabe que sus actos no tienen otra finalidad que alcanzar la virtud moral, algo que siempre ha escapado del entendimiento de los políticos y de fanáticos, por ello, entiende y afronta su destino. Sócrates no tuvo miedo a morir, más bien, tuvo más miedo a dejar de ser virtuoso.

La muerte y la Transmutación

Con la llegada del cristianismo a occidente, la tradición hebraica se mezcló fuertemente con las tradiciones mediterráneas (Greco-latina). Y el concepto de la muerte pasó a convertirse en un elemento sagrado. Es decir, la divinidad de los héroes (tal es el caso de Odiseo, Aquiles, Heracles o de otros como Thor y Odín) se alcanzaba mediante la prueba de la muerte.

El héroe tenía que morir (literal o metafóricamente) para poder transmutar su mortalidad en divinidad. Quizá esto suena familiar, ya que en el canon católico esto es lo que le sucede a Cristo, una Anábasis y catábasis, un asenso y un descenso. Sin embargo, la muerte de Cristo es necesaria para que alcance su completa divinidad.

La muerte de Sócrates – Jacques-Louis David

En las religiones cristianas el entierro y la liturgia también tienen una gran importancia. Aunque ciertamente estas practicas han cambiado. Ya no se adornan ni se conservas grandes catacumbas o restos mortuorios de los santos para su veneración (como en el antiguo cristianismo). Pero sí existe prácticamente la misma liturgia, donde hay una misa, un entierro y un santo sepulcro. Hay casos de gran envergadura como la cripta de los capuchinos en Viena donde están enterrados todos los reyes austriacos.

Pero lo importante es recalcar que la muerte como experiencia religiosa de occidente se volvió un tema neural. Y hacer la fusión entre la vida y la muerte. Y la gran diferencia de ello es la creencia en el cielo y en infierno, el castigo divino y la abundancia eterna. Esa es la diferencia entre muchos sistemas religiosos de la antigüedad.

A fin de cuentas

odo lo anterior vertido, es una mera guía para poder entender como las distintas sociedades y culturas han tratado a la muerte. Unas como castigo, otras como destino natural o por juicio divino. Lo que es rescatable es que las percepciones (buenas o malas) de la muerte son engendradas desde los mitos que la humanidad ha creado.

Santo Entierro – Caravaggio

Entiéndase aquí no como una percepción no científica de la realidad, sino como una narrativa (ficcional) de la historia de los pueblos. Y así como los mitos explican el origen del mundo, del sol y de los humanos, así también pretender dar un sentido trascendental de la muerte.

Porque la mortalidad existe de manera fáctica, pero no hay ningún otro animal que la viva de la misma manera. Como resultado de ello, podemos ver la gran devoción que profesamos los mexicanos a nuestros muertos.

Porque en nuestra tradición se han mezclado visiones de occidente, pero también autóctonas de los antiguos mexicanos. El cempaxúchitl, la ofrenda, el mezcal o el tequila como libación, y así un gran etcétera. Pareciera que el mexicano le rinde tributo a la muerte más que temerle, tal como lo hacían nuestros ancestros. Lo que deja ver que los mitos no son mentiras ni han desaparecido del mundo, sólo se han refugiado en esas pequeñas cosas que nos hacen humanos, como la muerte.

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