¿Árbol de la noche triste o Calzada de la noche victoriosa? | Opinión

Por: Azalia Cabrera

Jueves 23 de septiembre, Ciudad de México.

Con el reciente cambio de nombre del «árbol de la noche triste», por «Calzada de la noche victoriosa», las preguntas surgieron en muchos de nosotros ¿Era realmente necesario? ¿Qué significa esto para los mexicanos y mexicanas? Aquí te damos una perspectiva del hecho.


“En tanto dure el mundo, no acabará, no terminará la gloria, la fama de México- Tenochtitlán”

Miguel León – Portilla


A 500 años de la conmemoración del triunfo de los mexicas ante el ejército español queda como legado “El Árbol de la noche triste” ubicado en la Calzada México – Tacuba en la alcaldía Miguel Hidalgo en la Ciudad de México; la Jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, anunció el cambio de nombre por “La Calzada de la noche Victoriosa”.

Para memorizar ese gran hecho, recordemos que a la llegada de Hernán Cortés a América se alió con una tribu tlaxcalteca sometida al gran Imperio Mexica, al arribo de los españoles con sus aliados, el ejército mexica dio una gran batalla siendo así los ganadores de esa lucha. Ante esa batalla perdida por los españoles, los historiadores han descrito, bajo un árbol, a Hernán Cortés derrotado.

La derrota de los soldados españoles frente a los guerreros mexicas, mejor conocida como «La noche triste»

Este es caso a los mexicanos se nos ha enseñado ese hecho histórico como un fracaso, sólo por el nombre introyectamos que fue una derrota, tanto así que no lo vemos como un triunfo, ni mucho menos, lo festejamos. En México la historia se ha fragmentado porque sólo nos han contado una perspectiva de ella, al percibir la historia lineal se genera en las personas un posicionamiento entre los buenos y los malos.

Según palabras de Carlos Monsiváis, persiste, sí -al lado de la creciente labor de los historiadores críticos- la manía por atesorar datos y aniversarios, se prodigan los gestos rituales y se acepta a la Historia como el testigo diligente o implacable de todo lo que sucede, pero entre esas vivencias y las sociedades de masas se yergue una aguda sensación de «tiempo autónomo» sin antecedentes ni consecuentes, que participa tanto de un «rencor del pasado» como de un miedo programado al de un tiempo autónomo que, en consecuencia, multiplica y sostiene la incapacidad de identificarse con ancestros precursores, héroes, mártires, antihéroes, tendencias, movimientos.

Por otro lado, ¿Qué significa esto para nosotros como mexicanos? ¿Tiene alguna relevancia el cambio de nombre? Realizar un ejercicio de reflexión histórica permite interpretar, no sólo en términos conceptuales, sino de una manera distinta el conocer la Historia desde otra perspectiva, no sólo la de los que han vencido, sino de los que también resistieron.

Calzada México-Tacuba, donde se encuentra el árbol donde Cortés lloró su derrota

El cambio de nombre de este acontecimiento histórico no representa que ahora nosotros seamos los triunfadores y otros derrotados, más bien es un acto de honor a la resistencia de nuestros antepasados y que hasta nuestros días persiste, por otro lado, representa un símbolo de identidad entre nosotros como mexicanos para convocar a la unión. Esta gloriosa batalla, otorga la esencia histórica que nos hace comprender una parte de todo un conjunto de lo que es ser mexicano.

Este acto trascendental para los mexicanos, como un símbolo de identidad nacional que nos permita comprender la lucha de nuestros antepasados, lucha que hoy en día persiste por el reconocimiento e igualdad de los pueblos indígenas que son el legado de esa y muchas batallas más.

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