Por: Moisés Govea
Jueves 24 de junio, 2021, Ciudad de México
El rugido del ponto
con ronco siseo
levanta sus flecos
y los alarga a la orilla del alma.
Me lleva a revivir el mar en la memoria…
El recuerdo del vaivén de la espuma lechosa
que crece y lame con sombras húmedas la playa
La humedad de la brisa,
que lleva a avivar en mi interior,
memorias de la niñez.
Las costas tibias de su alma
me arrastraron en el mar de las bellezas,
tentaciones se espuman a la orilla de la memoria.
Empiezan a deshacerse como un beso en la boca,
para terminar durmiendo en el pacífico arrecife de la nada.
El sonido del océano
relaja el alma
que se desgarró de tantas lágrimas,
recorriendo nuestro desértico rostro.
Las olas dulces
huyen a los latidos del piélago.
Se estiran con pereza a devorar arena.
Marea que acaricia la playa
y lava la noche de ausencia.
Pleamar en su deseo de acariciar el infinito.
Las corrientes borran tristezas y malos recuerdos.
Los torrentes arrastran las penas.
Y un arroyo me regresa a los sueños.
Y me lleva a revivir los ayeres.
Mientras tanto,
seguiré flotando en el olor a sal marina,
impregnado en mis ensoñaciones.
Huellas que el vaivén incesante de las olas
no borra por completo
Y un día, se han de arrojar al litoral sombrío de la nostalgia.
… ¿Te volveré a encontrar en la resplandeciente bruma?
Sobre el autor
Radico en la Ciudad de México, soy estudiante de la UNAM, colaboré con un artículo para la revista Collhibrí y escribí algunos artículos para La Novena Insurgente. Sobre el poema me gustaría decir que a veces me da por extrañar puertos que jamás he pisado.