Dibujos inesperados

Por: Juan Adán Morales Cortés

Jueves 17 de junio, 2021, San Luis Potosí, México.


Hoy, cómo todos los días, Gisela salió a caminar a primera hora de la mañana al parque estatal cercas de su casa. Y fue lo más normal y ameno que después de dar varias vueltas a la vía del parque, se detuvo en seco con plena decisión al tocarse las rodillas.

– ¡Vaya, pero qué cansada estoy! – expresó de pronto Gisela, con fatiga, viendo hacia el camino por el cual le faltaba.

Hacía una día soleado sin probabilidad de lluvia. La sombra de los innumerables árboles que estaban a largo de la vía formulaban grandes manchas oscuras y frescas que, al verlas, daban la intención de acurrucarse ahí; para dormir o descansar un rato. Pero Gisela no estaba para eso, ella, por su parte, con el entrecejo fruncido, decidió terminar el camino a grandes zancadas que en el transcurso de la pista, afirmó que sto le cansaría más, pero llegaría más rápido a su destino.

– Que bueno que no falta mucho ¡Sí, ahí está el punto de inicio! Unos cuantos pasos más y por fin terminaré la meta– pronunció ella un tanto agitada, con voz de algazara pasando por debajo de nogal.

Segundos más tarde, con una sonrisa en los labios, Gisela cruzó un pequeño letrero que estaba en lo alto, atado a un poste metálico que decía: «Aquí empiezas, solo es cuestión de decisión». Y cómo si hubiera corrido el doble del trayecto que hizo, se desplomó cómo tal hoja por debajo de un arce de color ámbar. Enorme, separado de los otros arbustos con pequeñas flores blancas y de otras de pétalos amarillos, ligeramente plantados en el pastillo. Las ramas se movían, al son del viento y de aquellas nubes esponjosas que parecían algodones de feria. Era cómo estar en la más profunda soledad; tranquila y sin temor.

– No puedo creer que de nueva cuenta fuiste con él, sabías de antemano que…

Una figura del tamaño de una rueda de automóvil apareció por detrás del tronco sin ninguna distracción. Pues parecía venir de otro lado junto a otro compañero de una estatura más larga, qué ambos se detuvieron al ver a Gisela recostada muy cercana al arce, con ambos ojos cerrados y las manos apoyadas sobre su pecho. Parecía dormida.

… Que, que cambió, su forma de… ser – terminó distraídamente aquella criatura de voz ronca, sin despegar la mirada a la silueta de la chica.                                                                                         

 – ¡Vaya!, pero, ¿crees qué nos pueda ver?– expresó el otro, atónito.

Las dos figuras tuvieron un choque de miradas sorpresivas, y por momentos balbucearon algo cómo preguntas teóricas que entre ellos contestaban.  La criatura más chica era de color olivo, con una cornamenta plateada en su cabeza, (casi de su mismo tamaño). Y él otro tenía piel cetrina que parecía rio de agua; en su interior se le marcaban figuras oscuras que no agarraban forma. Y sobre su cabeza lucían un par de orejas puntiagudas con ojos rasgados de color ostión. Gisela en esos instantes despertó, volteando lentamente hacía en donde estaban las dos criaturas, arqueando sus cejas.

– Hola –dijo la figura más alta, con voz temblorosa.  – He ¡Hola! – saludó el otro, con una expresión tímida –. Un gusto.

Gisela veía con cierta dificultad que no lograba encontrar la forma de aquellos seres. Así que sin más preámbulo se incorporó lentamente para quedar sentada, y ver con más claridad lo que la luz le mostraba. Y para sorpresa de todos, la chica reaccionó estable, como si ya los conociera de hace años, que les dio una mirada de afecto. Lista para formular algo:

– ¿Qué son ustedes? – preguntó,curiosa.

Y nuevamente las dos figuras intercambiaron miradas, con ojos saltones.

– Bueno, nosotros en realidad somos algo cómo… ¿Cómo se le puede decir?– empezó argumentar el de la cornamenta, un poco aturdido – Algo como base a tu imaginación ¿Me entiendes? Algo que vive dentro de ti y sale a florecer.                        

– ¿Florecer?– cuestionó Gisela, ahora un tanto confundida.  – ¡Si claro, florecer! – terció la otra silueta, con gozo.

El parque parecía abandonado, ninguna persona deambulaba cerca o hacía bullicio en otras vías, que fue más facial para esas criaturas pudieran hablar.

– ¡Sí, mira! Lo que pasa es qué ahora tienes tu mente abierta y te felicito por eso, no cualquiera puede llegar a un nivel como el tuyo, ¡Bah, todos pueden! Pero no llegan a ejercerlo por falta de decisión – continúo aquel, con el mismo tono de voz –Pero cuando un humano tiene su mente abierta pueden pasar miles de cosas, por ejemplo nosotros, que somos guardianes de la naturaleza. – ¿Guardianes de la naturaleza? ¿entonces por qué los veo? Digo, porque dicen que son de la imaginación ¿no?.

El arce dejaba caer unas cuantas hojas de sus ramas por la brisa que hacía, al tiempo que las criaturas se acercaban a Gisela, dispuestos a contestar:

– ¿Puedo decir qué tú nombre es Gisela, verdad? – interrogó el de la cornamenta, tranquilo.

– ¿Y ahora estás más estable de tú mente, no?

– Si, claro ¿pero cómo saben eso? – respondió.            

– Porque tu fuiste quién nos creaste ¿No te acuerdas?, cuando fuiste niña.

Y aquella semblanza de Gisela cambió por completo, dando a entender que no había comprendido lo que escuchó. Parecía aturdida.

– Pequeña, debes de saber que la naturaleza eres tú; la naturaleza es la inocencia de lo cual los humanos son quienes nos crean. Somos guardianes de sus mentes, en este caso de tu mente – y señaló a su compañero –.Por eso no tuviste miedo al vernos, y eso significa que estaremos para ti. Pero ya sabes lo que tienes que hacer ¡Ah! Y nunca nos olvides, ¿Está bien?.

Y una cortina de luz apareció. Gisela seguía recostada debajo de aquel arce como si nada hubiera pasado. Sólo qué ahora las dos figuras se mantenían en lo alto del árbol viendo a las aves pasar, y una de ellas era de plumas negras y amarillas qué se perdía sobre los edificios de la ciudad, libre como la imaginación de Gisela.


Sobre el autor

Juan Adán Morales Cortés, nació el 17 de agosto de 1998, en la cuidad de San Luis Potosí, México. R en el municipio de Soledad de Graciano Sánchez. Con 22 años de edad terminó sus estudios hasta la preparatoria como técnico en alimentos y bebidas. Participó anteriormente en dos convocatorias, y quedó seleccionado en cuento y relato. Lo que sueña o motiva es tener un negocio propio y seguir escribiendo.

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