Por: Belén Varela
20 de mayo, 2021, Guayaquil, Ecuador.
Nos han robado la ternura Señoras y señores del jurado, presten atención, nos han robado la ternura, la han violado en nuestras narices, la han magullado, estrujado, han hecho de ella cuantiosa desgracia, para hacerla suplicar y arrastrarse. En los burdeles en donde hombres ebrios de soledad calmaban las llagas relamidas de sus vidas con glúteos sin género que escondían sus historias en tangas adoquinadas y sudadas, se ha manifestado una peste, la ternura también ha sido aniquilada. Y ningún nocturno ha podido con tan sórdida noticia, se fugaron a la vida diurna, a transgredir la alegría, la cólera y el llanto, porque la ternura se escapó de sus genitales. El deseo entre otras tantas derrotas, nos ha devorado, autoflagelarse ha parecido calmante, pero la ternura nos causó diabetes, sida, y cáncer, y todas las heridas se han coagulado, pudriendo la carne que vacilaba amorosa en tardes mohosas, calurosas, llenas de brazas a carbón con maduros, chuzos, y choclos dispuestos a las esquinas, a calmar las vísceras dolientes de la sobriedad. La ternura se llevó el chantaje de los vendedores de caramelos, de los migrantes llorones, de los niños y niñas a quienes se les robaron la infancia y empezaron a dar de lactar a otros niños llenos de polvo. ¿Qué será de nosotros sin la ternura? Las calles pavimentadas dos cuadras nos han dejado, muelas con caries, bocinazos, insultos y multas, con algunas algarabías y ratas. La ternura nos confesó muy pocas cosas, de su boca sin alma palpitaban oraciones cortas, la más común de sus poesías era: despacio porque me duele. Incluso la ternura era penetrada sin pena, muda a bofetadas, silenciada a amenazas. Es entendible que la ternura haya decidido morir, pero encontrar su figura helada solo nos decapito en pensamiento. La ternura era solo eso, ternura en cada molécula, y solo algún maldito podía quitarnos la ternura, porque sin ternura no nos queda nada, nos volvemos carnes fileteadas, carbonizadas, fritadas y atravesadas por un palo. Sin ternura, nos es igual comer cerdo o vaginas, pollo o penes; es un detalle menor si la prostituta tiene veinte o tiene once. La ternura ha sido encontrada en una esquina del centro, rodeada de cintas y papel periódico, cubierta de colillas de cigarrillo, en donde solo niños sin madre, la lloran; en donde solo perros sin dueño, la extrañan; en donde solo hombres y mujeres sin amor, la sueñan; en donde solos seres sin pecado, la imaginan; en donde solos aquellos que no son, desean ser.
Sobre el autor
Belén Varela es siete reglones de biografía que pidió la revista. La historia es simple, es el fruto de un amor que con el tiempo se desbarato y la costumbre fue lo único que los mantuvo viviendo bajo el mismo techo. El cinco de junio del dos mil uno, nació es una maternidad donde le cobran a los recién nacidos y a sus madres, y a su lado estaba una mujer a la que le cobraron cinco pintas de sangre porque no podía pagar con traer otra vida al mundo y no tener dinero para solventar el dinero que solicitaba la maternidad.
Muy buenas metáforas, dolientes, desesperadas.
Un gusto leerte.
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