Por: Ramsés Oviedo
15 de mayo, 2021, Ciudad de México
Las carcajadas se adhieren al epitafio escucho llantos quejas señales aleatorias de mis acompañantes que se quedaron sin vacuna Recuerdo las nubes los colores los besos pero ahora solo son cal sedimentada en los cantos etéreos de una historia acostumbrada a la muerte Ahora soy el cuerpo desplomado en cenizas palpitación ósea que con vehemencia reluce el locuaz atisbo de un blanco hito de átomos Si grito nadie me escucha (y ninguna comisión de derechos humanos percibe a los muertos) así soy el eco imperceptible sigo escondido desposeído relámpago que no se salvó con la oceánica claridad del tacto Solo me queda confiar en esta soledad polvorosa de lo inerte aquí debajo de la vida para que póstumamente me declaren como el fósil del Tercer Mundo que buscó quedarse solo en silencio en medio del ruido fantasmal de la pandemia
Sobre el autor
Ramsés Oviedo
Ramsés Oviedo estudió la licenciatura de Filosofía en la UAQ. Es editor de la revista Diseminaciones. Ha colaborado con obra poética en las revistas Nocturnario, Enquiridion, Awen y Neotraba, y en otras más con ensayo creativo. Sigue estudiando una maestría en la UASLP.