Por: V. Silva
¿Alguna vez pensaste en escapar de ti mismo? Pues definitivamente este año no es el mejor para hacerlo. Este año fue (es) una condena para estar con nosotros mismos, y no es que antes no lo hubiésemos estado, pero había más distracciones, tanta contaminación visual y auditiva, que podían pasar días enteros sin la necesidad de hablarse, de pensarse ni cuidarse.
Y de pronto la vida cambió y todo lo que creías conocer del mundo se desbordó frente a tus ojos, quedando como única alternativa construir una nueva realidad para mantener la cordura (si es que alguna vez la hubo).
Ahora ya no pasas las noches del viernes evadiendo tus pensamientos entre el alcohol y la gente, tampoco puedes evadir tus problemas familiares yendo a la escuela o al trabajo, y desquitarte con el primer inocente que ves, pero eso no significa que ahora los afrontes, los excesos nunca mueren, sólo se transforman en tus nuevas necesidades.

Esto quiere decir que la contaminación continúa, sólo que ya no es la misma. Noticias por todos los medios habidos y por haber nos envuelven en una atmósfera de desesperación ¿Qué hacer con tanta información? La cual ni siquiera se sabe si es completamente cierta. Nos sumergimos en un ciclo donde no sabes qué precede a qué, y terminas en un estado peor al que solías estar; sumándole el miedo a morir. Entonces, te das cuenta que las distracciones siguen ahí, y es nuestro deber buscar un refugio, un espacio de consuelo, donde poder quitarse el disfraz y mostrar lo que se es.
La obligación de salvaguardarse en casa no hace que la convivencia contigo mismo surja, eso no es algo natural, nadie te enseño a quedarte solo. Ahí es donde entran los excesos, o más bien las distracciones, esas acciones que te hacen sentir “vivo” de manera superficial y fugaz. Antes, entre la gente, se perdían tus más profundos secretos y miedos, ahora ¿qué es lo que haces para seguir evitándolos?
Te quedas todas las noches solo, tratando de lidiar, no sólo con los mismos problemas de antes, sino con esos y los que trajo consigo una situación mundial que nunca te enseñaron a afrontar. Te das cuenta que no importa la situación, tú siempre serás tú y a pesar de que siempre estamos cambiando, la esencia nunca se va, pero ¿sabes cuál es?
Y si antes te sentías solo entre miles de personas a diario, hoy ves cara a cara a la desolación, conoces el crudo camino de la soledad y entiendes que si no comienzas a amarla como se merece, será tu tortura eterna. Y es que la soledad puede llegar a ser tan placentera como tú te lo permitas, y pareciera que ese miedo que le tenemos es, simplemente, una prueba para arrojar a los valientes a hacerle frente, aun sabiendo todas las torturas que eso conlleve. Porque, no, la auto convivencia no es de color rosa, aunque realmente nada lo es. Ese tiempo propio es una ola de traumas, arrepentimientos, silencios desgarradores, llantos incontrolables y mil emociones más, sentidas al mismo tiempo, tal pareciera que te acercas al mismo infierno; pero a su vez es una liberación, es dejar de fingir que tenemos el control, porque realmente no lo tenemos, a excepción del autocontrol.
Y pareciera que nos encontramos en el abismo entre la realidad y nosotros mismos, y sí, ahí justamente es donde estás. Da miedo sentir que tienes el control de ti mismo ¿no?
Entonces ¿qué nos queda? ¿Cuáles son esos nuevos refugios en medio de una locura general?
El y sólo el Arte lo será.
La literatura, la música y la pintura son las Bellas Artes que se encuentran a nuestro alcance. Podemos encontrarlas, reproducirlas y estudiarlas desde un pequeño rincón de nuestro hogar.

En Historia del Arte existe “el método paranóico crítico”. El cual, se basa en el delirio, ya que éste constituye, en sí mismo, una forma de interpretación. Este método es, básicamente una actividad espontánea de conocimiento irracional, basada en la asociación interpretativa-critica de delirios. Esta actividad se utiliza en la pintura, y los resultados de ésta son simplemente excepcionales. Una justificación bastante real y cruda, es que las personas, en este caso, los artistas, se encuentran completamente subordinados a ciertas reglas universales, olvidando por completo su individualidad; este método busca que el sujeto busque dentro de sí, dentro de sus delirios, dentro de sus sueños y lo exprese de la manera que desee, pero que lo haga. Y su talento no responda solamente a peticiones políticas, religiosas o sociales.
Se podrían pasar horas discutiendo el método, pero la finalidad no es esa. La cosa es que del arte se puede aprender demasiado de sí mismo, puedes llevarte a límites desconocidos y espantarte de ti mismo. Claramente esto no se puede realizar sin la compañía de la soledad.
Dolo, preocupación, delirios, locura…siempre habremos de convivir con eso, pero ese es el refugio. Convertir tu dolor en arte, por ello es tan importante un estudio del mismo, un estudio personal, sin presiones, ni horarios, ni críticas.
La línea indicada de un libro puede cambiar la perspectiva de algo, una melodía mueve lo más profundo y oscuro de nosotros, y la pintura y/o el dibujo nos hacen entender la belleza humana, la propia grandeza, las virtudes escondidas y la paciencia desconocida. ¿Acaso esa no es la búsqueda infinita del ser humano?
El refugio de estas artes es que puedes perder el control y después, sin razon aparente, volver a tenerlo. Porque el arte hace lo que la vida simple no puede, eleva el espíritu y engrandece el alma.
Jorge, J. (Diciembre 2014). EL MÉTODO PARANOICO-CRÍTICO Y LA PARADOJA DE LA PINTURA REALISTA DE SALVADOR DALI. Retrieved from Errancia: la palabra inconclusa: https://www.iztacala.unam.mx/
Maria, R. R. (2009). Cartas a un joven poeta. México : Colofón.